Brindar cuidados de calidad en la práctica diaria encierra diversos significados. Tal como sucede en otras disciplinas y profesiones, la enfermería ha evolucionado en muchos aspectos. Uno de ellos es el avance tecnológico. Sin duda, la era digital ha mejorado los procesos de la atención de enfermería y gracias a esas mejoras, la práctica asistencial se ha vuelto más ágil, segura y personalizada en cuanto a los registros médicos y la documentación más completa y de fácil acceso para los profesionales que intervienen en la atención de los pacientes.
La tecnología es también un aliado a la hora de relevar datos estadísticos, información en calidad y cantidad o tendencias para diversos fines. Disponer de rápido acceso a un número estadístico ayuda y acelera nuestros procesos de mejora. De tal manera, es así muy común y natural ver el uso de la tecnología al momento de identificar a un paciente; administrarle medicación, realizarle procedimientos o algún estudio complementario, controlar sus signos vitales, identificar posibles riesgos a través de escalas o scores informatizados, crear alertas para ciertas tareas que requieren de una frecuencia horaria o, simplemente, con el fin de evitar posibles complicaciones.
Inevitablemente, parte de nuestra confianza estará depositada en algún sistema digital o plataforma informática. En algunas ocasiones sucede que el uso frecuente y continuo de la tecnología es considerado como una barrera entre el profesional y el paciente o familiar. Solemos creer que desde que sumamos pantallas a nuestra práctica diaria, restamos tiempo de dedicación a nuestro paciente y en mi opinión, se trata de una apreciación muy personal.
Siempre, nuestro foco de atención debería estar en las necesidades personales y humanas del enfermo y su entorno. Sería muy ingenuo creer que la tecnología, en cierto modo, nos aleja del paciente. Tomemos las ventajas de esta era digital y sumemos nuestra capacidad humana para brindar el mejor cuidado posible a todos los que nos confían su salud y su vida. Al final del día, lo que le quedará al paciente es el tiempo que le dedicamos, los miedos que le quitamos, el ánimo que le dimos, la educación que le brindamos, la contención que ofrecimos a su familia, la seguridad que le impartimos a través de un accionar seguro y profesional y todos esos actos que logran proporcionar un cuidado humano, integral y personalizado a ese ser humano vulnerable y a sus seres queridos.
No se trata de negociar unos minutos al lado de la cama del enfermo o invertirlos en dejar registros más completos en su historia clínica. El avance tecnológico ha evolucionado y revolucionado el mundo entero y es necesario adaptar nuestra conducta como profesionales a este nuevo mundo informático. Sin duda se deberán reorganizar tareas y tiempos, predisponer nuestras mentes para la aceptación de toda aquella tecnología que nos aporte mejoras y brinde ventajas para desempeñarnos al ritmo de esta era digital que no espera a nadie sino que siempre avanza y cada vez con mayor velocidad y cobertura.
Si hoy sentimos que la tecnología nos ayuda a mejorar la calidad y seguridad en los procesos de atención de pacientes y no nos impide un cuidado íntegro, es porque hemos logrado superar ciertos prejuicios para llegar a ser enfermeros que siempre están a la vanguardia de ser mejores profesionales.
Consideremos lo tecnológico como un agente que nos facilita las herramientas para ser enfermeros idóneos que brindan cuidados seguros y de calidad a sus pacientes. Para ello, jamás debemos sacar del foco de atención a quien cuidamos, primero como a un ser humano y luego como un enfermo, nuestro soporte y nuestra empatía.
Lic. Liliya Yalovitska
MN 79305
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