La simulación clínica como herramienta esencial para el equipo sanitarista en época de pandemia

Foto de Marcelo Leal en Unsplash
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La educación médica basada en simulación clínica se encontró en este contexto como una herramienta “eje” ampliamente utilizada para acercar a los equipos de salud actividades asociadas a la atención clínica. La simulación se refiere a una experiencia de aprendizaje, didáctica o clínica que ofrece la oportunidad al usuario de aprender a través de la prueba y error, en un ambiente positivo de aprendizaje, sin el riesgo de resultados negativos para los pacientes, y es adaptable al nivel de la necesidad de cada situación, como puede ser la atención primaria en niño sano hasta el cuidado crítico intrahospitalario.

El estudio de los errores de manera criteriosa con sustento científico es relativamente reciente, se abordan disciplinas muy diferentes, como la psicología cognitiva, la sociología de equipos y organizaciones, la ingeniería de factores humanos y el análisis de sistemas. En el campo asistencial de la salud los errores forman parte de una tradición oculta. Los fallos cometidos –como advierten numerosos autores– por el personal de salud en su práctica cotidiana han sido relegados históricamente en el marco de una “cultura de la seguridad”, asociándolos de manera repetida a la eventual impericia de quiénes incurrían en ellos. El mantenimiento en el tiempo de esta tendencia a negar la ocurrencia de los errores relacionados con la falta de una cultura de seguridad ha llevado a los errores de la atención sanitaria a ser sistemáticamente encubiertos, con la consecuente dificultad para utilizarlos como elementos para la indagación de las causas que los motivan.

Hablar entonces de error es referirse a los fallos que constituyen pasos necesarios en este proceso de aprendizaje, y dar a entender que no se utilizarán para evidenciar necesariamente la ausencia del saber, sino más bien la existencia de diversos grados o estadios de aproximación a la construcción del conocimiento.

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 (COVID-19) como una pandemia. El trabajo de asistencia sanitaria se ve modificado drásticamente por la rápida propagación del virus, el gran número de pacientes críticos que produce y las medidas de prevención necesarias para evitar su transmisión.

Primera línea Inspirado en imágenes de médicos y enfermeras exhaustos. Imagen creada por Kevin Kobsic. Enviado para Naciones Unidas. Gentileza: Unplash

El 3 de marzo de 2020, desde el Ministerio de Salud de la República Argentina se confirma el primer caso de COVID-19 en nuestro territorio, se trataba de un paciente de 43 años que llegó a Buenos Aires procedente de Italia. Así comenzaba la evolución, la distribución y la difusión de la enfermedad en nuestro país.

El contexto de pandemia a nivel mundial llegó a poner en jaque a los sistemas de salud, llevando a recurrir al desarrollo de teorizaciones y conceptos académicos que se ven desacreditados en pocas horas al redescubrirse nuevas ideologías del virus. Este dinamismo ha dispuesto a la utilización de varios programas de capacitación para los equipos de salud, haciendo énfasis en los cuidados que debe realizar enfermería.

Las instituciones han tenido que adaptar sus espacios físicos como protocolos; algunas instituciones han permitido desarrollar e incluir herramientas pedagógicas como la simulación clínica, para poder hacer frente a este virus; en otros fueron los mismos integrantes de los servicios quienes tomaron esa responsabilidad, capacitando a sus pares.

Sin embargo, esta gran herramienta requiere asumir procesos liderados por personas realmente interesadas en investigación y pedagogías innovadoras, dispuestas a asumir procesos de enseñanza-aprendizaje, para que al momento de trabajar sobre los resultados, que la reflexión (debriefing), sea ese realmente un momento clave pos simulación, que permita distinguirse, y que cree estados donde el momento de aprender del error nos prepare para las futuras acciones hacia la práctica clínica.

Estos momentos permiten al profesional sanitario que evalúe y reevalúe su desempeño en la práctica simulada, que logre identificar aciertos y errores de las decisiones que fueron tomadas, de los juicios de las valoraciones propias, como así también de la formulación sobre esas lecciones aprendidas desde la reflexión en la práctica por medio del cuestionamiento críticamente para orientarse y enfocarse en aquellos aspectos en el desempeño en la actividad en sí, y el trabajo en equipo.

Estos momentos permiten al personal sanitaria evaluar y reevaluar su accionar. Foto de Vladimir Fedotov en Unsplash

En este tiempo de adquisición de experticia de manera empírica, donde en nuestro contexto demográfico estamos transitando por distintes fases dentro de esta pandemia a lo largo y a lo ancho del territorio argentino, se puede opinar que las herramientas implementadas por las coordinaciones han marcado varias acciones denotando aspectos positivos, pero también aspectos negativos. Manteniendo esta línea, debería motivar aun mas a que las instituciones continúen invirtiendo en áreas de simulación clínica adaptadas a su contexto geográfico (si no lo han hecho, es un gran momento para hacerlo) y sobre todo al fortalecimiento de las  líneas de investigación y actividad docente dentro de cada institución, siempre llevada por equipos de profesionales que ameriten tales puestos acompañados de proyectos que demarquen reales intensiones para el desarrollo de la profesión.

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En este punto, podemos dar acierto de que la simulación clínica en este contexto se transformó en un gran eslabón en la educación sanitaria como herramienta pedagógica, permitiendo el desarrollo de un aprendizaje significativo, motivando la toma de decisiones autónomas en el cuidado del hacer, en el perfeccionamiento de las técnicas, brindando seguridad y permitiendo disminuir aquellos riesgos propios de la práctica, más aún en los tiempos hoy que corren.

Para ir finalizando, me tomo el atrevimiento de dar este mensaje no tan ajeno a lo anteriormente desarrollado y que no puedo dejar pasar: me alegra mucho decir que fue desarrollado en conjunto con otros colegas profesionales de la enfermería. Como profesionales que somos debemos entender que la seguridad del paciente implica primero la seguridad del equipo de salud, que se debe dar apoyo a estos equipos brindado espacios para la reflexión, para la transmisión de experticias adquiridas de nuestras vivencias como también de aquellos colegas que han tenido que afrontar primeramente esta crisis, en nuestro país la Dirección Nacional de Enfermería que en conjunto con otras sociedades científicas ayudan enormemente en la incorporación de estos espacios, algunos olvidados en las instituciones.

Que los profesionales de enfermería sean provistos de los recursos necesarios para la atención y que estos sean apropiadamente administrados, para así poder garantizar los recursos humanos que necesitan hoy las comunidades del territorio. La salud y la seguridad de todo el personal de salud son fundamentales para que puedan realizar su trabajo durante esta crisis. Por ende, su cuidado y protección debe ser una prioridad de todos los estados.

Por el licenciado Martín M Alzuri

 

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