Nadie podrá devolverle la pierna a Christoffer Persson, el turista sueco que la pasada noche del 30 de diciembre se paseaba junto con su novia en inmediaciones del centro porteño. Pero esta historia tiene su lado bueno y es que el hombre pudo sobrevivir.
El intento de robo en la vía pública hizo que Persson reaccionara instintivamente y recibiera un tiro en una de sus extremidades. A los pocos minutos del ataque, fue trasladado al Hospital Argerich con el resto de vida que le quedaba.
¿Qué o quienes lo salvaron? Enfermeras que por fortuna circulaban y vivían en las inmediaciones. Ninguna pasó de largo o se hizo la desentendida al escuchar el disparo o bien, al ver al joven de 36 años tirado en la vereda. Obedeciendo a su vocación de servicio, dejaron la comodidad para salir rápidamente a practicarle “torniquetes” y evitar así la enorme pérdida de sangre de la víctima.
Sabemos los profesionales de enfermería lo que significa un daño en la arteria femoral. Ellas actuaron de inmediato y pudieron contener la hemorragia hasta la llegada de la ambulancia.
Persson pasó varios días en terapia intensiva después de tres operaciones y pudo recuperarse. Ahora, deberá afrontar el hecho de haber sido amputado, la única salida que encontraron los médicos para que pudiera continuar viviendo.
Una vez más, los profesionales de enfermería, sea en los pasillos de los hospitales y clínicas, al borde de una camilla o en la calle, demostraron su capacidad y entrega. Muchas gracias por todo lo que hacen.
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