[dropcap]A[/dropcap]licia Mabel Reynoso se desempeñó como enfermera en 1982, durante la guerra de Malvinas, en el hospital de Comodoro Rivadavia. Cuenta cómo vivió aquellos días y cómo, aun hoy, siguen con esa tarea que comenzó hace 36 años. Las enfermeras de Malvinas no olvidan.
“Al igual que todos los argentinos, a mí me llenó de ilusión poder recuperar algo que nos pertenecía. Formar parte de aquella gesta me colmó de orgullo y emoción, sentimientos que conservó hasta hoy”, asegura Alicia Mabel Reynoso desde la ciudad entrerriana de Paraná, donde vive.
Desde muy joven ejerció la profesión de enfermera en la Fuerza Aérea Argentina, y en 1982 participó activamente durante la Guerra de Malvinas en el continente. Poco después de iniciado el conflicto, ella y trece colegas mujeres fueron designadas a cubrir puestos en el Hospital de Comodoro Rivadavia. Hasta allí llegaban desde el frente cientos de heridos que pudieron recuperarse gracias a cuidados médicos y palabras confortantes.
“Los días transcurrieron en una tensa calma al principio, porque no se sabía qué iría a pasar. Pensábamos que todo quedaría en la nada, tal como ocurrió con Chile cuatro años antes. Como personal militar que éramos, cumplimos la orden de ir y punto.” Reynoso sigue trabajando como enfermera en la II Brigada Aérea. Acababa de salir de la guardia y, aun cansada, se prestó a las preguntas de Epidauro.
“La Fuerza Aérea tiene 14 enfermeras Veteranas de Guerra de Malvinas. Nuestra existencia fue negada durante décadas hasta que comenzamos a dar a conocer nuestras vidas y hasta fuimos condecoradas por el Congreso de la Nación con medalla y diploma. De hecho, yo empecé a hablar de aquel episodio después de muchísimo tiempo y silencio. La terapia me hizo sacar afuera todas las experiencias y sentí que me curaba porque el daño ocasionado por ese silencio forzoso en muchas de nosotras fue mayor que la guerra. Eramos muy jóvenes entonces, chicas de 21 a 24 años de edad.”
Alicia Reynoso pudo escribir un libro al que tituló Crónicas del olvido: “Allí cuento muchos acontecimientos a lo largo de más de cien páginas, cosas propias de un hospital de guerra. El libro es algo así como dejar impreso todo lo vivido con los ojos de una mujer a la que casi la borran de la historia”.
Reynoso cuenta que lo que más la conmovió fue el nacionalismo de los valientes soldados, los que a pesar de su corta edad se manifestaban orgullosos de ir a pelear. “Siempre digo que como enfermeras estábamos preparadas para sanar las heridas del cuerpo pero que sobre la marcha tuvimos que improvisar curar las heridas del alma, que son las que más dolían”.
“Pudimos volver a hablar con ellos gracias a las redes sociales en muchos casos. Quiero aclarar que las enfermeras aún seguimos conteniendo a quienes por ahí nos llaman, tal como hacíamos en 1982.»
Pasados 36 años de aquellos días fríos, el presente de la profesión es un tema ineludible para una enfermera tan experimentada. “A la enfermería argentina le falta mucho. En general, yo creo que de a poco vamos ganando terrenos impensados. Nos va a costar pero vamos a lograrlo.Creo que de a poco están desapareciendo las empíricas, ya que desde cada ministerio de salud se exige contar con un título para poder ejercer. Me parece muy bien la medida, porque de esa manera se jerarquiza la profesión”.
Enfermera de alma, dice que al oficio no se lo abandona nunca. “Siempre va a haber un vecino o alguien que nos necesite, y ahí estaremos. Lo nuestro es un apostolado de dar y dar, muchas veces a cambio de nada. Soy consciente de que el día que no lo sienta de esa forma tendré que dejar la enfermería”.
Volviendo a Malvinas, ella y otras veteranas tienen contacto con varios de aquellos combatientes a quienes curaron y asistieron. “Pudimos volver a hablar con ellos gracias a las redes sociales en muchos casos. Quiero aclarar que las enfermeras aún seguimos conteniendo a quienes por ahí nos llaman, tal como hacíamos en 1982. Los que participamos del conflicto dialogamos un mismo idioma que no todos nos entienden. Quiero decir con esto que continuamos con la labor que comenzó en aquel hospital patagónico en los días de guerra”.
Jorge Repiso / Editor Periodístico