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sábado, febrero 1, 2025
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El destete de una madre

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Comienza la cuenta regresiva donde uno se imagina cómo será el inicio de su actividad laboral diaria a lo que se suma la llegada de un hijo, algo que te carga de entusiasmo y que seguramente te enseñe a descubrir sentimientos que desconocías. Está claro que además de  todo lo positivo es quien te hace experimentar dudas, miedos  o culpa. ¿Llorara mucho cuando me vaya a trabajar? ¿A quién se lo dejaré a su cuidado? ¿Será mejor conseguir quien lo cuide en mi casa o acaso tendré que acudir a un jardín maternal? ¿Estaré más cansada o llegaré a satisfacer todas sus necesidades?

Ocurre que dejo la casa, los hijos y me sumo al trabajo. Soy mujer, madre, esposa y trabajadora asalariada y lo remarco porque el trabajo puertas adentro es una tarea invisible sin gratificación económica. Debemos destacar que es la mujer quien históricamente la que realiza las tareas domésticas. Existen datos que demuestran que luego de una jornada laboral, los varones solo dedican un pequeño porcentaje a dichas tareas. En cambio, la mujer asalariada es la encargada de seguir trabajando en la casa y atendiendo a los hijos.

Debo reconocer que tuve la suerte de extender mi licencia sumando vacaciones y que mi hijo quedara al cuidado de su papá. ¿Cuántas mujeres deben dejar a sus bebes con tan solo 45 días en guarderías o al cuidado de otros? Creo que nunca estaremos preparadas para dejarlos. En la Argentina coreemos con desventaja respecto de otros países en lo que se refiere a las licencias. En muchos países europeos, la licencia por maternidad dura 6 meses y hay casos donde llega al año. Aquí, al padre del recién nacido se le otorga apenas tres días de licencia en el ámbito privado y cinco en el público.

Sabemos que la primera figura de apego para el lactante es su madre, por lo cual el sentimiento que experimentamos al dejarlo es el de la culpa. Ser una madre perfecta resulta difícil aunque armemos organigramas y peguemos recordatorios en la pizarra de la heladera. Todo eso no se cumplirá porque ahora es ese pequeño quien dicta y establece el orden y desorden. Por eso y para lograr organizarse necesitamos AYUDA. Unas simples palabras o frases tales como; “¿Necesitas algo?”, o “Lo hago yo… anda a descansar” nos aliviarían y mucho. Muchas veces, esa ayuda no solo es brindada por nuestras parejas sino de la mano de otras mujeres, amigas, compañeras, jefas, hermanas o abuelas.

Por eso te tenés que dejar ayudar. No te frustres por lo que no podes hacer, por no ser esa mamá perfecta que te venden en las revistas o en la televisión. Somos imperfectas, podemos estar malhumoradas, llorar, bostezar todo el día, andar despeinadas y cargando con grandes ojeras, el cuerpo duele y extrañamos a la mujer que éramos.

La sociedad impuso que es la mujer quien vela por los hijos y trabaja afuera y adentro de su hogar, sometida a ese estereotipo que deberíamos destetar. La mujer es fuerte, de eso no hay duda, pero también necesita equidad dentro de su casa. Somos esposas y madres por unas horas. Luego, nos incorporamos a una actividad laboral sin frenos que no contempla el desarraigo y la distancia que sentimos respecto a nuestro bebé.

María Sarmiento 

Licenciada en Enfermería

MN 66923

 

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