La foto mostraba la imagen de una enfermera que, con una mezcla de dulzura y autoridad. nos pedía silencio adentro de los hospitales. Su rostro se volvió universal y la mayoría creyó siempre que ese modelo de mujer había sido importado de cualquier otro país. La historia se encargó de poner las cosas en su lugar. Porque esa cara pidiendo que bajásemos la voz para hacer más armónica la espera pertenece a una argentina.
Cuenta la historia que a un jefe de visitadores médicos llamado Juan Craichik le tocó visitar un hospital de la ciudad de Rosario, allá por el año 1953. El funcionario, que trabajaba en una empresa encargada de fabricar instrumental para laboratorios y hospitales, reparó que las enfermeras salían al pasillo para pedir silencio a los pacientes y sus acompañantes, una y otra vez, sin éxito.
“Se me ocurrió entonces crear una imagen elocuente que cumpliera la misma función y me puse en marcha”, dijo Craichik tiempo después. Volvió a la fábrica y expuso su idea, la que fue inmediatamente aprobada. El paso siguiente fue convocar a modelos para decidirse por una, y la elección recayó en Muriel Mercedes Wabney.
Wabney era argentina y trabajaba como modelo profesional. Contaba como antecedente su participación en la campaña de las colecciones de ropa de la gran tienda británica Harrod´s con sucursal en nuestro país. Además, posó para marcas reconocidas de telas, participó de programas televisivos sobre moda a finales de los años ´50 y llegó a probar prendas para estrellas del cine estadounidense.
La empresa que motorizó la campaña a sugerencia de Craichik jamás buscó el lucro. Creó la campaña, convocó a las modelos y pagó honorarios; pero el producto final fue donado a hospitales, sanatorios, laboratorios y maternidades. Y la imagen de la enfermera se convirtió en un símbolo que traspasó las fronteras.
