Los ingenieros ingleses, cuando construían un puente, lo cargaban con elementos pesados, que llamaban stress = estrés. De esta manera, evaluaban la resistencia del material con el que estaba construido.
El estrés en el trabajo se presenta cuando las exigencias superan la capacidad, y el incremento paulatino del trabajo puede hacerlo intolerable.
Durante el estrés crónico se produce Cortisol, obedeciendo al estímulo de la Adenocorticotrofina hipofisiaria (ACTH).
En otras palabras, el cerebro detecta una situación estresante y prepara una reacción hormonal.
El cerebro detecta una situación estresante y prepara una reacción hormonal
Pero la mayor producción por las suprarrenales de Cortisol, de manera continua y sin detenerse, no es lo más saludable. De hecho el aumento de Cortisol en sangre nos lleva a aumentar el riesgo de lesión o enfermedad, en especial trastornos cardiovasculares.
Es interesante analizar si este descubrimiento de una situación estresante, realizado por el propio cerebro, es real o imaginaria.
Por ejemplo, si recibimos la citación de un juzgado siempre nuestros primeros pensamientos son negativos y generan una situación estresante que puede llevar a la ansiedad.
Algo parecido ocurre cuando, en un trabajo, nos cita la máxima autoridad: lo último que pensamos es que será para felicitarnos. Surgen preguntas como: ¿qué habré hecho mal?, ¿y ahora que hice? etc.
Es interesante analizar si este descubrimiento de una situación estresante, realizado por el propio cerebro, es real o imaginaria
Lo primero que viene a nuestra mente nos coloca en una situación de culpa que lleva al estrés.
Sumado a esta situación están todas las responsabilidades que demanda la tarea de la enfermería, como el estricto seguimiento de horarios en la medicación y los controles de signos vitales y la agobiante convivencia a todos los riesgos laborales a los que están expuestos.
Durante la pandemia de COVID-19 que todavía no nos abandona, en el período más crítico las enfermeras y los enfermeros formaron parte de la primera línea de batalla contra este virus.
Cada enfermera o enfermero sabía que un error podía costarle la vida, pero igualmente hicieron frente a inagotables horas de trabajo y exposición al virus que sin ninguna duda dejó un estrés postraumático parecido o tal vez igual al de la posguerra, que costará superar.
Resulta inadmisible, en este contexto, que todavía se esté discutiendo sobre si la enfermería es una profesión o un oficio.
Hay provincias como Buenos Aires, Neuquén, Entre Ríos, Tucumán, Río Negro, Santa cruz y Santa Fe en donde sí se reconoce a la enfermería como una profesión. ¿Por qué en la Ciudad Autónomca de Buenos Aires todavía seguimos con este litigio?
Me pregunto si algún día y para siempre será justicia
Jorge Alberto Ibáñez / Médico MN:48693